No dejes de soñar
Proyectos, ilusiones, deseos, anhelos y pasiones conforman nuestra vida.
Esa misma vida nos obliga a priorizar, pareciera que en todo momento nos encontramos en una encrucijada en la que de los diferentes caminos que se presentan solo puedes elegir uno.
Y de esta forma nuestras vidas se convierten en un apresurado carrusel de toma de decisiones.
Y esa vida con su lógica implacable nos lleva a darle prioridad a lo urgente sobre lo importante.
Lo urgente, tu estabilidad económica, tu búsqueda de aceptación social o tu miedo al fracaso suelen provocar que abandonemos lo importante, nuestras aspiraciones, nuestros anhelos y en definitiva nuestros sueños.
Nuestras aspiraciones nacen en los rincones más profundos, más íntimos de nuestra alma y en su mayor parte sucumben ante la presión de la realidad, una realidad terca y que no atiende a razones ni sentimientos.
Abandonar un sueño no es solamente renunciar a un objetivo, sino, en cierta manera, a una parte de nosotros mismos.
Los sueños abandonados no desaparecen por completo.
Parecen estar siempre ahí, permaneciendo como sombras en nuestra conciencia, recordándonos lo que pudo haber sido.
Se manifiestan en momentos de introspección, en esas noches de perpetuo insomnio o al contemplar a quienes –a nuestro alrededor– persiguen aquello que nosotros dejamos de intentar.
Su presencia puede ser tanto una carga como un recordatorio de que aún hay tiempo para retomar el camino.
Sin embargo, abandonar un sueño no siempre es sinónimo de derrota.
Hay sueños que evolucionan y cambian de forma, adaptándose a nuevas etapas de la vida, hay sueños compartidos que nos brindan nuevas oportunidades.
Renunciar a un proyecto puede ser, en ocasiones, un acto de madurez, una decisión que refleja la aceptación de nuestras limitaciones o un cambio de prioridades.
Lo importante es no perder la capacidad de soñar, de imaginar posibilidades y de proyectarnos hacia el futuro.
Al final, los sueños abandonados nos enseñan sobre nosotros mismos, sobre nuestras fortalezas, miedos y deseos más profundos.
Son esos sueños abandonados los que nos recuerdan que, aunque el tiempo avance y las circunstancias cambien, siempre podemos encontrar nuevas maneras de conectar con nuestro propósito, ya sea retomando viejos anhelos o creando otros nuevos.
Porque la verdadera tragedia no radica en abandonar un sueño, sino en dejar de soñar.
Ya sabes, nunca dejes de soñar.
El Club de los Poetas Muertos
El club de los poetas muertos de Peter Weir es una película radiante y de obligado visionado incluso varias veces a lo largo de nuestra vida.
El profesor Keating –Robin Williams– subido a su escritorio diciendole a sus alumnos “Hay que mirar las cosas de un modo diferente. El mundo se ve distinto desde aquí arriba”, nos da la clave para afrontar los diversos problemas o situaciones en las que nos vamos a encontrar a lo largo de muestra vida.
En muchas ocasiones solamente es preciso cambiar nuestra perspectiva, o dejar que alguien nos indique otras opciones que nos ayuden a superar esas situaciones límite.
Carpe Diem, “El día de hoy no se volverá a repetir. Vive intensamente cada instante, lo que no significa alocadamente; sino mimando cada situación, escuchando a cada compañero, intentando realizar cada sueño positivo, buscando el éxito del otro; y examinándote de la asignatura fundamental: el amor. Para que un día no lamentes haber malgastado egoístamente tu capacidad de amar y dar vida”
Es así, este día no se volverá a repetir y todo aquello que hayas dejado pasar, todo aquello que hayas desdeñado, todo aquello que creíste innecesario, quizá no vuelva a vibrar con la sintonía que puedas necesitar.
“Hay un momento para el valor y otro para la prudencia. El que es inteligente, sabe distinguirlos”
Es importante saber cuándo avanzar, cuando arriesgar y en quién confiar.
Es importante discernir y saber marcar los tiempos pues en muchas ocasiones se nos brindan situaciones reales que pueden revolucionar nuestras vidas y nuestras metas.
“La verdad es como una manta que siempre te deja los pies fríos. La estiras, la extiendes pero nunca es suficiente. La sacudes, le das patadas, pero no llega a cubrirte. Y desde que llegamos llorando hasta que nos vamos muriendo, solo nos cubre la cara, mientras gemimos, lloramos y gritamos”.
O mas sencillamente, nadie tiene la verdad absoluta, de ahí que la transa y el dialogo sean algo tan necesario, sobre todo el dialogo de verdad, ese en el que intercambiamos ideas, emociones y sentimientos, solo así podremos vislumbrar algo de esa verdad tan anhelada.
Keating –en un momento determinado– cita a Frost.
“Dos caminos se abrieron ante mí pero tomé el menos transitado y eso marcó la diferencia”
Esa parece haber sido la norma en mi vida, tomar el camino menos transitado y de esta forma he pasado sinsabores pero también grandísimas alegrías y con el optimismo que acompaña siempre a esta actitud conseguirás crecer y aportar mucho a tus amigos.
“Solo al soñar tenemos libertad, siempre fue así; y siempre así será”.
La libertad está en los sueños porque en nuestro discurrir diario –en nuestra realidad– nos encontramos supeditados a multitud de factores que condicionan nuestra vida, nuestras decisiones y nuestro proceder.
Vencer estos condicionantes en mayor o menor medida será lo que nos permita disfrutar de esa libertad tan añorada que sólo podemos vislumbrar en nuestras ensoñaciones.
“Todos necesitamos ser aceptados, pero tenéis que entender que vuestras convicciones son vuestras. Aunque a los otros les parezcan raras o impopulares, aunque el rebaño diga ‘eso no está bien’ (como si estuvieran balando), deben encontrar su propio paso, su propia manera de caminar, en cualquier dirección, como quieran, sea ridícula, orgullosa, como sea”.
La identidad –nuestra identidad– es lo más importante que poseemos, es nuestro mayor bien.
Nuestras convicciones, nuestro propio criterio es nuestra más importante salvaguarda contra los medios del poder que intentan uniformarnos y someternos.
“Les contaré un secreto: no leemos y escribimos poesía porque es bonita. Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana; y la raza humana está llena de pasión. La medicina, el derecho, el comercio, la ingeniería… son carreras nobles y necesarias para dignificar la vida humana. Pero la poesía, la belleza, el romanticismo, el amor son cosas que nos mantienen vivos“.
La poesía, el romanticismo puede que no estén de moda, puede que muchos –sobretodo algunos hombres– se arruguen si han de reconocer el valor del romanticismo. Pero la poesía, la belleza y el romanticismo son vitales, son esa chispa que nos despierta a una vida plena, lo demás es solo rutina y resignación.
Y si hay algo que debemos llevar a gala es “nunca resignarnos”.
«Aprovechen el día muchachos. Hagan que sus vidas sean extraordinarias… Carpe diem. ¡Vive el momento!».
Oh, capitan, mi capitán.