No puedo ser pesimista –básicamente– porque estoy vivo, porque estoy obligado a creer que puedo sobrevivir me enfrente a lo que me enfrente.
Dicho esto la verdad es que nos lo están poniendo difícil, muy difícil para mantenernos optimistas en este país.
Los resultados electorales en Europa nos invitan a todos a una urgente reflexión, esa misma que hemos ido posponiendo –elección tras elección– desde 2011 (15M).
Aquella piedra de toque supuso la diáspora en la izquierda, mermando significativamente al Partido Socialista para emprender –por parte de mucha gente del propio partido– un viaje a ninguna parte.
Desde aquel día hasta ayer mismo el resultado del trabajo de esta “supuesta” nueva izquierda ha sido minar la confianza de la ciudadanía hacia el Partido Socialista, fagocitar a Izquierda Unida –haciéndola desaparecer– y enfrascarse en peleitas internas de egos y prebendas.
El resultado final lo hemos visto ayer mismo, un Partido Socialista anclado –elección tras elección– en el entorno del 30% y a su izquierda la nada más absoluta.
Por suerte para este país la derecha no está tampoco para tirar cohetes y la escisión del PP, es decir VOX, no permite a esta misma derecha llegar al poder.
Tantos años de desunión de la izquierda y una pulsión innata hacia la autodestrucción nos llevará –finalmente– a entregar el país en bandeja de plata a la peor generación de políticos conservadores que ha existido nunca.
Viendo lo ocurrido en Alemania, Francia o Italia quizás haya llegado el momento de que la ciudadanía cuando se la vuelva a llamar a las urnas aglutine el voto para detener el empuje de la derecha de Ayuso que converge con la ultraderecha de Abascal.
Si, han leído bien, la derecha de Ayuso, Feijoo es historia, bueno más bien es que nunca ha sido.
Después de lo sucedido en Europa ahora se nos presenta el escollo de Cataluña que, si se confirmase una repetición electoral autonómica, podría provocar la caída del Gobierno central y una convocatoria anticipada de Generales.
Aunque lo parezca, esto no es, ni política ficción, ni realmente descabellado y si seguimos defendiendo los diversos chiringuitos –podemos, sumar, mareas, comunes, etc– por encima del interés general del pueblo no tardaremos en ver a Ayuso de Presidenta, Abascal de Vicepresidente y Miguel Angel Rodriguez dirigiendo el cotarro.
A Feijoo lo mandaremos a dirigir Correos otra vez.
La izquierda tiene que enfrentar la situación de una vez por todas o esto acabará muy mal.
Me veo corriendo delante de los grises de nuevo, y eso siendo optimista porque si nos ponemos pesimistas vayan viendo los paralelismos entre la situación actual y la de los años treinta en Alemania.