La última vez

Vivimos en la ilusión del día a día, en una sucesión de saludos y despedidas que no solemos valorar.

Nunca sabemos cuándo será la última vez que vivamos un momento, que veamos a alguien, o que hagamos algo que damos por sentado.

Es por eso que es tan importante vivir con intención, apreciar lo que tenemos, y valorar cada instante como único.

Cada día es una oportunidad para conectar, amar y dejar una huella significativa.

Cuando te haces consciente de esto la incertidumbre se apodera de ti y te enfrenta a tu vulnerabilidad.

Se hace presente la fragilidad en la que se mueven nuestras vidas y nos recuerda que no somos eternos.

Una vez que aceptamos esta realidad, el presente cobra una nueva dimensión.

Ese “último abrazo” que algún día llegará nos invita a abrazar ahora con más fuerza.

Esa “última conversación” nos motiva a escuchar con más atención y a hablar con más sinceridad.

Saber que todo tiene un fin nos anima a dejar el orgullo de lado, a reconciliarnos, a expresar lo que sentimos y a no posponer los gestos de amor y gratitud.

Vivimos como si nuestro tiempo fuera infinito, y damos muy poca importancia a muchos momentos en los que debería pronunciarse un “te quiero” o ese leve gesto de despedida tendría que convertirse en un beso entre dos personas que se quieren.

La vida nos demuestra cada día que no es así, que muchas veces no tenemos la oportunidad de corregir ciertos errores o demostrar a esa persona que la adoramos.

A veces, es una pérdida inesperada la que nos sitúa frente a la realidad del tiempo perdido y a veces, nuestra propia dejadez.

Sea como fuere –la mayor parte de las veces– nos damos cuenta demasiado tarde de que esa “última vez” ya ocurrió y no hay vuelta atrás.

Por eso cada momento cuenta, cada relación es importante, cada abrazo, cada beso o cada apretón de manos debe ser sincero, verdadero.

Si conseguimos vivir desde esta perspectiva nos haremos mas humanos y nos conectaremos con lo que de verdad importa en la vida.

Anterior
Anterior

Año cero

Siguiente
Siguiente

No dejes de soñar