Si al recordar sonríes,...

Cuando amas —si amas de verdad— llegas a intercambiar tu alma, recibes casi sin percibirlo y sin solución de oposición un poco del alma de la otra persona y en esa correspondencia casi mágica, ella recibe algo de la tuya.

Rincones donde disfrutar y compartir

Es en esa circunstancia cuando —como se dice ahora— todo fluye, es ahí cuando todo parece encajar a la perfección y por las dos partes se dan —sin ellos percibirlo— las cesiones necesarias para que esa relación sea prácticamente perfecta, indestructible podríamos decir.

¿Y cuando el amor muere?

Si, por múltiples causas el amor puede despistarse de su camino, anquilosarse, aburrirse, traicionarse y consecuentemente acaba muriendo.

Es una triste realidad, pero realidad al fin y al cabo.

Cuando ocurre esto, cuando tu amor muere, una parte de ti —precisamente esa que habías intercambiado— muere con el y es por esto que duele tanto.

Pero sigue ahí, en lo más profundo de tu ser, ese pedacito que habías intercambiado sigue ahí y ya nunca lo podrás olvidar y tampoco prescindir de él.

De nada te servirá demonizarlo o intentar demostrar que no ocurrió pues de esta forma no podrás avanzar en tu vida.

Entiendo el miedo, el deseo y el amor, como nos protege, nos mejora nuestra vida y trae una nueva pero el dolor ¿en que nos beneficia? ¿Para que sirve el dolor?

Realmente no sabemos para que sirve, en que nos ayuda, pero de alguna forma siempre nos acompaña.

Lo que has vivido se ha de incorporar a tu ser, es lo que eres a partir de ese momento y para conseguir seguir adelante has de aprender a vivir con ello, aquí no hay fórmulas mágicas.

Todo nuestro pasado —esa famosa mochila que todos llevamos— tenemos que incorporarlo a nuestro ser como un cúmulo de experiencias que nos enseña lo que realmente es la vida.

Nunca, ese pasado, ha de suponer un lastre.

Es nuestra vida, es lo que nos hace ser como somos, lo que determina como encaramos nuestro presente —si, nuestro presente— ya que el futuro no existe, es una pura quimera.

Si al recordar sonríes —aunque sólo sea por algún detalle— habrá valido la pena lo vivido.