El tiempo es la dimensión en la cual todo ocurre, en la que todo fluye continuamente, no podemos detener el tiempo.
Cuando referimos; “que lento se me está pasando este día”, no hacemos más que compartir una percepción sobre el discurrir del tiempo totalmente subjetiva y emocional.
No está a nuestro alcance manejar el tiempo, solamente vivimos a su merced o en el peor de los casos luchamos contra el.
Pero los momentos son otra cosa, los momentos son instantes, son nuestras marcas de vida, nuestras cicatrices, nuestros triunfos, nuestra vida real.
Los momentos pueden ser de felicidad, de tristeza, de victoria, de derrota, de amor, de pérdida o de cualquier emoción que podamos sentir.
Los momentos son lo que realmente importa, lo único que podrás llevarte contigo cuando el tiempo se dirija a ti de frente y te diga “hasta aquí hemos llegado”.
Es ahí cuando podrás recordar “tus momentos” y volver a disfrutarlos.
Si la cuenta de tu vida se basa en el “tiempo vivido” yo te diría que has desperdiciado tu tiempo porque no has conseguido llenarlo de vida, de amigos, de experiencias, de sentimientos,… de momentos.
En ese trance —si no has jugado bien tus cartas— te asaltará el recuerdo de las oportunidades perdidas, las veces que dijiste que no sin pensar, o las que dijiste que si —también sin pensar—, los amigos que dejaste atrás, las relacionas que no fueron, los lugares que no quisiste visitar, en resumen, lo que debería ser un repaso de momentos vividos se nos presenta como una constatación de cuánto tiempo hemos perdido sin vivir.
El tiempo no es mas que una caja vacía, un recipiente que llenar a medida que avanzamos hacia lo desconocido.
Colecciona momentos y vete guardándolos en tu particular caja pues es lo único que podrás llevarte contigo.