En Navidad se dice la verdad
Desde hace ya mucho tiempo –unos veinte años– hay dos tradiciones que intento mantener vivas.
Una de ellas es disfrutar del Concierto de Año Nuevo acurrucado en el sofá de casa y envuelto en una vieja bata.
Esa vieja bata que debería haber iniciado el camino del contenedor de basura hace mucho tiempo, pero que se mantiene en su rincón del armario porque sigue siendo indiscutiblemente, la más cómoda, suave y amorosa que has tenido nunca, por muchos rotos que acumule.
La segunda de esas tradiciones –con la que estoy cumpliendo en este mismo momento– es disfrutar de “Love Actually” esa peli que rezuma tristeza y alegría al mismo tiempo, ilusiones y decepciones, la pérdida y los nuevos comienzos.
“La Navidad es una época para la gente que comparte su vida con alguien a quien ama”
Love Actually
La Navidad es una época de comienzos, de nuevos propósitos y a veces también de finales, cerrando puertas al pasado.
Puertas que nos comunican con esa habitación que se llama recuerdos, vivencias, momentos,… todos –aunque no lo pensemos– tenemos un nombre para esa particular habitación.
Y todos –aunque no queramos admitirlo– tenemos esa particular habitación en nuestras casas.
Amores no correspondidos, amores imposibles, amistades peligrosas, distancias que parecen insalvables, relaciones sencillas, finales de cuento, traiciones de tus seres más queridos, reafirmación de amistades que se convierten en tu familia, de eso también va la Navidad.
Mejor dicho, de eso va la Navidad, de la vida real, de la vida que nos define a cada uno, aunque a veces –la mayoría– nos dejemos llevar por toda la parafernalia de luces, celebraciones y regalos.
La Navidad es un lugar íntimo, solitario, es ese lugar en el que nos celebramos a nosotros mismos en un intento –a veces infructuoso– de cambiar todo nuestro mundo de cara al nuevo año.
Es ese momento en el que –frente al espejo de la realidad– nos preguntamos que demonios hemos hecho en los últimos doce meses y cómo vamos a mejorarlo en los doce siguientes.
Es ese momento en el que nos preguntamos –con miedo?– que nos depara el futuro.
Y al mismo tiempo –aun atenazados por ese mismo miedo– no podemos por más que sentirnos esperanzados con lo que pueda ocurrir en ese futuro que se hará presente puntualmente el uno de enero con el Concierto de Navidad.
El seis de enero no se les ocurra regalar a nadie un CD de Joni Mitchell.
No hagan ridícula la vida de nadie.
(Tendrán que ver la peli para entender esto)
2025 allá vamos, seguro que será espectacular!!!
¡Que volvamos a vernos!
P.D.: La Navidad está en todas partes.