Sus ojos, tu mirada
Sus ojos, tu mirada, un encuentro furtivo, una intimidad deseada pero casual, ¿preludio de algo mas íntimo?
Sus miradas habían iniciado un profundo diálogo sin permiso, en silencio, pero diciéndoselo todo.
La mirada es el espejo del alma y aquellas almas –sin siquiera acercarse– se prometieron un beso que los atravesaría cual saeta.
Su mirada, tus ojos, se estudian, se retan, se acercan y se separan pero nunca se invaden.
Expresan sin una sola palabra todo aquello que pugna por salir de sus corazones y que no saben como expresar.
Sus ojos, tu mirada, se encuentran, se entrelazan y dan rienda suelta al deseo, la curiosidad, es una conexión que va mas allá de lo meramente físico.
Ese formidable entrelazamiento, ese primer contacto visual, es un beso invisible, fortuito, un roce que augura algo más.
Su mirada, tus ojos, rompen barreras, crean un instante cómplice, desnudan emociones y besan con intensidad.
Cuando esas miradas se besan se entregan sin reservas, se dejan descubrir, se vuelven vulnerables.
En ese instante, en ese momento no hay espacio para la mentira, la sinceridad brota a borbotones en un intercambio de sincera admiración mutua.
Sus ojos, tu mirada, se apropian de lo que las palabras no alcanzan a describir, la ansiedad del primer encuentro, la ternura de cada momento compartido o la pasión que aún no ha encontrado su cauce.
Incluso cuando un amor no es correspondido, los ojos besan.
Se despiden con una larga mirada y sostienen en el aire un “te amo” que nunca será pronunciado.
Son besos reales que no precisan del contacto físico, viven en el terreno de las emociones.
Su mirada, tus ojos, preparan el terreno, exploran, las posibilidades, se encuentran, sellan pactos en silencio, pactos del alma.
Son los primeros amantes, son los que inician los verdaderos amores y son los que dan rienda suelta a ese primer beso de los labios.