Que no daría yo

¿Cómo medimos nuestro tiempo?

Y no, no me refiero a lo obvio ahora que comienza el nuevo año,… es un claro ejemplo de medición, nos referimos a él para cumplir y celebrar años.

Medimos –de esta manera– quienes somos, nos atrevemos a juzgar a otros, incluso a nosotros mismos, solamente por el acúmulo de este tiempo, de estos años.

Quizá un sistema de medida mas real sea el de nuestras propias heridas, nuestras lágrimas o nuestras frustraciones.

Si me dieran a elegir, yo preferiría medir el tiempo por la duración de un beso, ¿a cuanto tiempo equivale un beso, un abrazo o un hasta pronto cuando nos alejamos perdiéndonos en el horizonte?

Todos nosotros somos como un hilo que une, que cose cada “hasta mañana”.

Al principio no somos más que nueve meses de espera para convertirnos –pasado el tiempo– en una cita de sábado noche, una canción dedicada con serias intenciones de unir, de coser algo más que el propio tiempo.

Al final el tiempo –nuestro tiempo– es esa costura suave y resistente a la vez de todos nuestros momentos entrelazados con los momentos de nuestros amigos, nuestro amor,…

Esa amalgama de momentos que es nuestra vida, –ese tiempo– nos arropa y nos protege como si de un pequeño pañuelo se tratase.

El tiempo,… que efímero, que valioso y, –cuando es compartido– que eterno.

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