Susurro de amor

En un solo gesto podemos apresar la insondable profundidad de los sentimientos, la emoción de un instante y un corazón sincero.

Al igual que los versos de un poema donde cada uno tiene su propio ritmo, su exclusiva cadencia y su significado, oculto o de una sutil evidencia, no encontraremos nunca dos besos iguales.

En este lenguaje sin palabras, nuestros labios se convierten en dulces versos que se escriben sobre la piel de quien amas.

Un susurro de amor, un grito apasionado o una silenciosa lágrima de despedida, todo puede expresarse con ese beso deseado.

No existen dos iguales, con ellos puedes describir tu primer amor, la ternura infinita de una madre, el reencuentro que anhelas o un deseo ardoroso e incontrolable.

La poesía ha intentado –sin conseguirlo– describirlos, pero un beso no puede calificarse con palabras, un beso va mucho más allá.

Promesas silenciosas, puentes entre almas, refugios íntimos en los cuales desaparece el resto del mundo.

En el interior de cada beso encontraremos siglos de poesía, la magia de la más poderosa brujería y la esencia de los suspiros.

Los poemas elevan la palabras a la categoría de arte y provocan en nosotros sentimientos difícilmente explicables.

Para convertir un momento –un instante– en eternidad, basta con un solo beso.

Ese beso con el que tocamos lo intangible y sentimos lo inexplicable se convierte en el eco de nuestros enamorados latidos y en una apasionada melodía.

En muchas ocasiones expresan lo que nuestro corazón no atina a decir.

Basta un breve roce para describir la historia de un amor o sellar el recuerdo de una despedida.

Los besos –un susurro de amor– son el poema del alma.

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