Propósitos para el 2025

Y llegó el día, esta noche habremos liquidado definitivamente el 2024.

Pocos recordaremos aquellas buenas intenciones y propósitos a los que nos habíamos comprometido al comienzo del año.

Y este año muchos volverán a caer otra vez en la tentación de recopilar esas largas listas de todos los finales de año, que si bajar kilos, comprarme no se cuantos cacharros, cambiar de casa o cualquier otra ocurrencia que se nos pase por la cabeza en ese momento.

También es verdad que cuanto más larga sea la lista mas probabilidades tendrán de que alguno de esos propósitos se cumpla.

La realidad es que todos esos propósitos suelen ser tan efímeros como un beso de despedida.

El poder de arrastre de nuestro sistema de vida es tan potente que se hace difícil siquiera acordarse de aquellos propósitos que escribimos en un papelito al ritmo de los peces en el río.

Quizá sea por eso que muchos propósitos dejan a un lado esa condición y vamos viendo como se convierten en deseos que no impliquen nuestra intervención, será porque así no nos mortificamos tanto.

De esta forma en lugar de proponernos dejar el tabaco –por ejemplo– pasamos a desear que se hundan las tabacaleras.

Creo –verdaderamente– que no se trata de pergeñar en un papel grandes listas de objetivos, más bien quiero creer que todo es más sencillo.

Tan sencillo como que cada vez que nos encontremos con aquella persona a la que queremos le regalemos un abrazo de esos de medio minuto al menos, que nos de tiempo a los dos a percatarnos de que realmente estamos allí compartiendo nuestra amistad, nuestro amor,…

La sencillez de acordarse de esa persona que no ves desde hace un mes y llamarla para preguntarle ¿cómo estás?

Me dirán –a bote pronto– ¡vaya tontería! pero cuantos hemos hecho esto durante este año que ha pasado? El saludo más repetido es el de ¡Cuanto tiempo! y eso no debería ser así.

Nos hemos dejado conquistar por lo material y minusvaloramos la amistad, el amor, el romanticismo, el disfrute de un ocaso en la playa, un paseo por algún pueblo perdido rodeados de lo más básico, la naturaleza.

Nada más verdadero que el roce de una mano amiga, el paseo acompasado con el amor de tu vida o el silencio compartido mirando al mar.

Ante estos propósitos –para mi– el resto languidecen en una esquina del salón.

Seguramente no estarán de acuerdo conmigo pero les seguiré queriendo igual y cuando nos encontremos por ahí espero abrazarles medio minuto al menos.

El 2025 será maravilloso, seguro.

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