Arriésgate

Sentada en un banco del Retiro —observando como navegaban pausadamente algunas parejas— Carmen no pudo reprimir un suspiro que transmitía resignación.

Vivía a escasos quince minutos del parque y nunca había tenido la oportunidad de navegar ese pequeño lago con alguien a su lado.

Aunque su vida discurría plácidamente entre su trabajo, los quehaceres de alguien que vive sola y sus aficiones, estaba cayendo en una rutina perniciosa.

Después de la charla que mantuvo con su amiga María, le embargó una sensación de fracaso vital impropio de su carácter.

Como si la ayuda y motivación que intentara transmitirle a ella se la hubiera hurtado a si misma.

Dicho de otra manera, se había visto retratada en su amiga y quizá por eso mismo supo lo que realmente le ocurría a María.

Un año antes —en una pequeña escapada a Barcelona— se encontraba disfrutando de una copa nocturna y solitaria en una de las múltiples terrazas de Las Ramblas, cuando de pronto la tranquilidad de aquel momento se vio enturbiada por un dicharachero grupo que se acomodó en unas cuantas mesas a escasos metros de ella.

Al verla sola la invitaron a unirse a ellos y ella aceptó encantada pues de eso se trataba este viaje, de conocer gente nueva.

De aquella casualidad nació una amistad que se mantenía ahí, en la distancia.

A él, Xavi —catalán de pura cepa— se le veía encantado a su lado y pronto entre sus amigos comenzaron las típicas bromas del emparejamiento fortuito y que suerte y todo esto.

En el transcurso de la velada Xavi le contó que era profesor de matemáticas en un instituto del centro y que después de cinco años de un duro trabajo de preparación había conseguido su plaza fija.

Ahora ya con la estabilidad económica de la que disfrutaba había decidido comprarse un ático y estaba ultimando en esos días el papeleo.

Parecía una buena persona –de esas que ya van quedando pocas– educado, atento y muy detallista con ella.

Carmen le miraba y en su interior lo único que acertaba a pensar era que porqué no viviría el tal Xavi en Madrid.

No volvieron a verse, se despidieron y cada uno siguió su camino.

Ella al día siguiente ya se volvía para Madrid, pero mantuvieron el contacto vía email y sobretodo whatsapp, porque en estos tiempos las llamadas telefónicas, esas en que se pueden definir los matices de lo que estas contando y se siente al interlocutor realmente mas cercano, esas estaban en desuso.

Lo mas impersonal de las comunicaciones nos estaba ganando la partida.

Ahora allí sentada mirando los barquillos navegar sentía que María iba a tener mas suerte que ella –cosa que no le molestaba en absoluto– pues su situación si decidía darle un empujón de verdad tendría que pasar irremediablemente por establecer una relación a distancia con Xavi.

Pensando en todo esto se le escapó una sonrisa que gradualmente se fue acrecentando hasta acabar en una sonora carcajada. ¿Que estaba diciendo? Si ni siquiera habían llegado a darse un beso.

Ya llevaba sentada allí una media hora y su amiga se retrasaba, lo cual no era habitual en ella.

Al fin divisó a lo lejos la delgada silueta de María –la flaca– a la que consideraba su hermana menor aunque realmente solo le llevaba unos tres meses de diferencia.

Pero le gustaba esa “sensación” de hermana mayor, –como buena Cancer le afloraba su vena protectora– y su amiga lo aceptaba de buen grado.

María le pidió disculpas por el retraso y después de darse un abrazo se dispusieron a dar un corto paseo por el parque.

Esta vez fue Carmen la que pidió consejo a su “hermana pequeña” sobre la débil relación que mantenía con Xavi, como podría enfocarlo para reforzar ese vínculo y que opinaba ella.

María se lo resumió todo en una sola frase; arriésgate y ya verás que en un par de meses estamos cenando los cuatro juntos en Barcelona.

A María se la veía realmente animada y deseando que acabase esta maldita semana laboral para desembarcar en ese fin de semana que se entreveía tan prometedor.

El resto del paseo discurrió con una de las típicas conversaciones que se tienen antes de una cita, es decir, y ¿que vestido me pongo? o ¿te parece mejor algo mas informal?

Los nervios estaban a flor de piel, pero si lo que nos pone nerviosos es una cuestión amorosa, el romanticismo o la belleza, bienvenidos sean esos nervios.

Las dos amigas enfrascadas en su animada charla habían salido del Parque del Retiro y se encontraban ya en las inmediaciones de Puerta del Sol.

Eran las ocho y media de la tarde y decidieron sin pensárselo mucho entrar en La Casa del Jamón, pues la caminata les había abierto el apetito.

Finalmente ya estaba decidido, sería un vestuario informal un buen vaquero ajustado, blusa blanca holgada y solo quedaba la duda de los zapatos si serían negros o blancos, lo que si estaba claro es que tendrían un taconazo de infarto.